Ficha de Aurora [Terminada]

Todo era oscuro todavía, pero ya estaba en un sitio confortable para dar a luz a mis cachorros. Todavía recordaba los sucesos ocurridos anteriormente; el olor a sangre era ya un poco rancio, pero seguía en el aire. Me hacía feliz que mis cachorros nacieran en tan apacible lugar, en un gran árbol de entre la extensa llanura nevada. Sonreí, y de pronto noté un dolor atroz. Era mi primer cachorro.

El amanecer empezaba a salir. Las nubes, que tapaban el sol, se disiparon un poco, dejando los rayos de sol pasar a través de los pequeños huecos. Era precioso, pensé. El primer cachorro había nacido ya, esperaba al segundo.

El viento se levantó. Las nubes se fueron por completo, y un repentino escalofrío me recorrió. Un susurro se posó en mi oreja:
— El amanecer ha llegado. Todo cambiará, todo parecerá bonito. Bello por fuera y por dentro. Sus alas extenderá, acogiéndose en un nuevo hogar. Sale todas las mañanas, levantando al Sol y haciendo posible su continuidad. Esta cachorra se deberá llama Aurora. No lo olvides, mi querida Silvestre  —dijo el alma.

Me estremecí, y con un aullido de desesperación lo llamé de nuevo. Pero se fue en un abrir y cerrar de ojos. Me dije para mí misma que esta cachorra debía tener un futuro importante. Repasé sus palabras, y por un momento entendí lo de <nuevo hogar>. Se refería a la Tribu Astuta. Paré de pensar al sentir un nuevo tirón sobre mi cuerpo; al poco tiempo nació otro cachorro. Pero Colmillo no bajó. Deducí que Aurora debía tener un importante futuro, en la Tribu Astuta. Debíamos mudarnos allí.

Como dijo mi madre anteriormente, a los pocos días que yo y mis hermanos nacimos, Silvestre nos llevó poco a poco a donde residía la Tribu Astuta, el antiguo hogar de nuestra madre. Lo tuvo que abandonar por el amor prohibido que tenía con Colmillo, mi padre, el que se arriesgó su vida por salvarla. Mi madre me cuenta ese recuerdo muchas veces, aunque de la memoria a veces lo distorsiona un poco... Bueno, a lo que voy.

Después de que mi madre recorriera toda la llanura para llegar a la Tribu, fue aceptada por la idea de que era madre, y pensaron que no la podían dejar tirada. Al principio no reconocieron que era Silvestre. Pero días después, su antigua mejor amiga, con una gran sorpresa la reconoció, y al día siguiente el cierto rumor se recorrió. Al principio la miraban mal, pero al conocer la triste historia de Colmillo se callaron. Yo era una simple cachorra todavía, ni siquiera podía ver ni oír.

Al poco tiempo se abrieron mis ojos y podía oír bien, además de que ya gateaba. Mi madre estaba orgullosa de mí, pero no podía evitar sentir que me miraba distinto que a Hoja y Cyan. Cuando ya era más grande, me contó la teoría. Me quedé asombrada, pero prometí ser ejemplar. A partir de ahí empecé a ser más seria y más responsable, sin perder la costumbre que poco después cogí de correr por los campos libremente.

Me llevaba muy bien con los demás cachorros, yo era la mayor porque nací minutos antes que mis hermanos. Aunque habían cachorros que eran mayores que yo, me trataban como un adulto. Decían que, aunque era pequeña y tenía ese punto gracioso, parecía más alguien con madurez. No sabía si agradecerlo o sentirme triste...

A los pocos meses empecé a cazar, con un adulto. Me lo pasaba genial, pues se me daba muy bien, y a veces me podía escapar un poco para disfrutar. Me decían que era una aprendiza ejemplar, y siempre me sonrojaba y sonreía. Me sentía feliz, sí, era famosa por toda la Tribu.

Me llevaba bien con mis hermanos, pero siempre me daba la sensación de que me tenían envidia. Eran el uno para el otro, solían estar más tiempo juntos que conmigo. Yo, la verdad, pasaba el tiempo con mi madre y con mis compañero. Eran buenos tiempos, y lo siguen siendo.

Una vez al mes, paso por el gran árbol donde mi padre se sacrificó por mi madre. Nunca le olvidaré, a pesar de que no haya podido conocerlo. Él me mandó mi profecía: El amanecer de la profecía.